13/9/09

Falleció el Comandante de la Revolución Cubana Juan Almeida Bosque


La Embajada de la República de Cuba en México informa, con profundo dolor, que con motivo del fallecimiento del Comandante de la Revolución JuanAlmeida Bosque, Héroe de la República de Cuba, Vicepresidente del Consejo de Estado y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, se abrirá un Libro de Condolencias en la sede de la Embajada de Cuba, sita en Avenida Presidente Masaryk No. 554, Col. Polanco, Del. Miguel Hidalgo, a partir del lunes 14 de septiembre, que permanecerá abierto hasta el miércoles 16 de septiembre, en el horario de 10:00
a.m. a 1:00 p.m. y de 4:00 p.m. a 6:00 p.m.
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VIDEO:
Fragmento del documental "La Guerra necesaria", de Santiago Álvarez, donde interviene el Comandante de la Revolución cubana Juan Almeida Bosque. Cuanta su participación en el desembarco del Granma ...

http://www.youtube.com/watch?v=NmiZh49qR7I

(tomado de Juventud Rebelde)

Reflexiones de Fidel Castro:

Almeida vive hoy más que nunca

(Fui privilegiado testigo de su conducta ejemplar durante más de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa, afirmó Fidel sobre el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, de quien aseguró que defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época)

Llevo horas escuchando por televisión el homenaje de todo el país al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Pienso que enfrentar la muerte era para él era un deber como todos los que cumplió a lo largo de su vida; no sabía, ni tampoco nosotros, cuánta tristeza nos traería la noticia de su ausencia física.

Tuve el privilegio de conocerlo: joven negro, obrero, combativo, que sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria, combatiente del Moncada, compañero de prisión, capitán de pelotón desembarcando del Granma, oficial del Ejército Rebelde - paralizado en su avance por un disparo en el pecho durante el violento Combate del Uvero -, Comandante de Columna, marchando para crear el Tercer Frente Oriental,
compañero que comparte la dirección de nuestras fuerzas en las últimas batallas victoriosas que derrocaron a la tiranía.

Fui privilegiado testigo de su conducta ejemplar durante más de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa, en la lucha contra bandidos, el contragolpe de Girón, la Crisis de Octubre, las misiones internacionalistas y la resistencia al bloqueo imperialista.

Escuchaba con placer algunas de sus canciones, y en especial aquella de encendida emoción que ante el llamado de la Patria a “vencer o a morir” se despedía de humanos sueños. Ignoraba que había escrito más de 300 de ellas, las cuales sumó a su obra literaria, fuente de lectura amena y de hechos históricos. Defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época,
mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.

¡No digamos que Almeida ha muerto! ¡Vive hoy más que nunca!

Fidel Castro Ruz
Septiembre 13 de 2009
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(tomado de la prensa cubana)

(Falleció en La Habana a las 11:30 de la noche de ayer como consecuencia de un paro cardio-respiratorio. El domingo 13, entre las 8 de la mañana y las 8 de la noche en que será decretado Duelo Oficial, nuestro pueblo podrá rendir homenaje de reconocimiento y cariño a su memoria en el Memorial José Martí de esta capital que fue su cuna, en el Salón de los Vitrales, en la base del monumento a Antonio Maceo de Santiago de Cuba –ciudad heroica a la cual amó entrañablemente, donde combatió a las fuerzas de la tiranía y posteriormente trabajó al frente del Partido, como Delegado del Buró Político en la antigua provincia de Oriente--, así como en las capitales de todas las provincias, incluyendo la Isla de la Juventud donde guardó prisión, tras el asalto al cuartel Moncada.)

Con profundo dolor, la Dirección del Partido y del Estado comunica a nuestro pueblo que el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, miembro del Buró Político y Vicepresidente del Consejo de Estado, falleció en esta capital a las 11: 30 de la noche de ayer 11 de septiembre, como consecuencia de un paro cardio-respiratorio. El compañero Almeida nació en la capital del país, el 17 de febrero de 1927. En medio de las privaciones de un hogar humilde y numeroso, con sus padres como guía se formó en los más altos valores patrióticos y aprendió en la misma vida que la lucha es el único camino de los pobres para conquistar sus derechos escamoteados.

Tan pronto se produjo el golpe de Estado en 1952, se sumó a la lucha contra la tiranía vinculándose con el compañero Fidel. Era un obrero albañil hasta el asalto al cuartel Moncada en 1953, y el segundo de doce hermanos que ayudó al padre a mantener a su numerosa familia.

En los 57 años transcurridos desde entonces, el Comandante Almeida estuvo siempre en la primera línea de combate junto al Jefe de la Revolución, valiente, decidido y fiel hasta las últimas consecuencias.

Fue la actitud invariable del asaltante del Moncada, del prisionero político en Isla de Pinos, del revolucionario exiliado en México, del expedicionario del Granma, donde fue uno de los tres jefes de pelotones; del oficial en los días fundadores del Ejército Rebelde, que recibió dos heridas en el combate de El Uvero; del Comandante del Tercer Frente Guerrillero, y del jefe militar y dirigente revolucionario con numerosas y elevadas responsabilidades, luego del triunfo del Primero de Enero de 1959.

Integró el Buró Político del Comité Central del Partido desde su fundación en 1965, responsabilidad en que fue ratificado en todos sus Congresos. Resultó electo Diputado a la Asamblea Nacional y Vicepresidente del Consejo de Estado, desde la primera legislatura de nuestro Parlamento.

Su especial sensibilidad humana y artística hizo posible el difícil reto de simultanear su intensa, responsable y fecunda labor como dirigente revolucionario, con una valiosa y prolija obra artística, la cual incluye más de 300 canciones y una docena de libros que constituyen un invaluable aporte al conocimiento de nuestra historia.

Asumió con particular amor y entrega la tarea de presidir la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Consagró sus últimas energías a garantizar que la organización fuera un sólido y efectivo baluarte de la Patria. El nombre del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque permanecerá por siempre en el corazón y la mente de sus compatriotas, como paradigma de firmeza revolucionaria, sólidas convicciones, valentía, patriotismo y compromiso con el pueblo.

Por sus muchos y relevantes méritos recibió múltiples condecoraciones y órdenes nacionales e internacionales, entre los que destaca el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de primer grado, otorgados el 27 de febrero de 1998, en ocasión del aniversario 40 de su ascenso a Comandante en la Sierra Maestra.

Atendiendo a su voluntad, los restos mortales del compañero Juan Almeida Bosque no serán expuestos. Serán inhumados con honores militares, en fecha que se anunciará posteriormente, en el Mausoleo del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, del que fue fundador y su único jefe, donde reposan los restos de los heroicos combatientes de ese aguerrido Frente.

El domingo 13, entre las 8 de la mañana y las 8 de la noche en que será decretado Duelo Oficial, nuestro pueblo podrá rendir homenaje de reconocimiento y cariño a su memoria en el Memorial José Martí de esta capital que fue su cuna, en el Salón de los Vitrales, en la base del monumento a Antonio Maceo de Santiago de Cuba –ciudad heroica a la cual amó entrañablemente, donde combatió a las fuerzas de la tiranía y posteriormente trabajó al frente del Partido, como Delegado del Buró Político en la antigua provincia de Oriente--, así como en las capitales de todas las provincias, incluyendo la Isla de la Juventud donde guardó prisión, tras el asalto al cuartel Moncada.

BURÓ POLÍTICO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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(tomado de Juventud Rebelde)
El Comandante Juan Almeida

Enrique Ubieta Gómez

Ha muerto Juan Almeida Bosque, el asaltante al Moncada, el expedicionario del Granma... Tuve el privilegio de compartir —por razones de trabajo— algunas pocas ocasiones con él; fueron suficientes para saber que Almeida, el Comandante, era un hombre tímido, fiel, limpio, transparente, corajudo y que esas cualidades —que a veces originaban respuestas ríspidas, secas—, lo convertían en un ser querido y respetado por sus subordinados, a quienes él también respetaba. Almeida fue siempre un hombre de pueblo, un compositor de boleros, y de canciones memorables, una de las muchas leyendas que la Revolución echó a rodar por la historia, e impregnó en el alma de su pueblo. Quizá nadie mejor preparado que él, por su estricto sentido de la justicia, el honor y la lealtad, para presidir, como hizo por muchos años, la Comisión de Revisión y Control del Partido. Fui testigo ocasional de la satisfacción que sentía al recoger en los semáforos a compatriotas que pedían «botella»: como se trasladaba, por motivos de seguridad, en una camioneta de cristales oscuros, las personas no sabían quién viajaba dentro. Entonces se divertía ante la sorpresa de los botelleros que lo descubrían, sonriente, como un pasajero más. Hay que agregar que el Comandante Almeida siempre se rodeó de personas buenas, en el buen sentido de la palabra.

Un día, de visita en una de las provincias orientales, una de las campesinas que acudieron de inmediato a saludarlo exclamó sin miramientos: «pero yo pensaba que usted era más alto y más fuerte». Almeida bromeó con ella, un poco atribulado. En realidad era un hombre de baja estatura, y delgado. Pero la gente lo imaginaba como era: un gigante, cuya verdadera estatura nada tenía que ver con su físico. Apasionado defensor de la memoria histórica, presidió innumerables comisiones conmemorativas y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, desde las cuales veló por la conservación de monumentos y sitios históricos. Por eso escribió más de diez libros de testimonios; y quizá por eso también, apoyó y estimuló mi intención de escribir un libro que recogiera las incidencias cotidianas de los médicos cubanos en Centroamérica.

Allá conocí a su hija Belinda, médico internacionalista en Cocobila —un apartado pueblo de la Mosquitia hondureña, entre la laguna de Ibans y el mar Caribe—, y después en Venezuela. Guardo anécdotas personales del hombre que fue Almeida, que no caben ahora en este minuto de solemnidad. Solo relataré la más reciente: cruzaba en mi auto la Plaza de la Revolución, cuando vi salir la camioneta que lo trasladaba. La reconocí por el jefe de su escolta, que también me reconoció de lejos. Aminoré la marcha, para que se alejara, pero la camioneta también aminoró la suya, hasta que me hicieron señas para que me acercara. Cuando los dos carros estuvieron uno al lado del otro, se asomó por la ventanilla y me saludó. Un gesto sencillo, simple. Mi hijo quedó más impresionado que yo: la razón era que acababa de estudiar en la escuela ese período de la historia, y no podía creer que el personaje de los libros fuese ese hombre que acababa de saludar como a cualquier paisano.

Qué privilegio el de haber sido contemporáneo de una generación de héroes, el de ser partícipe de una gesta que ya se estudia, aunque todavía se vive, como parte de la historia. Historia y leyenda, en los libros y en la memoria popular. Alguna vez mi hijo le contará a sus nietos que un día saludó desde la ventanilla de su carro, al legendario Comandante Almeida, el albañil, el guerrillero, el compositor, el estadista, ese hombre que aparece en la foto color sepia de la Sierra Maestra, junto al Che, mientras Fidel traza sobre la tierra el plan del próximo combate.
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